TODOS CAMBIAMOS
Existe una frase, por
decirlo así un tanto trillada que posiblemente la dijimos en alguna ocasión de
la vida: “YO JAMAS VOY A CAMBIAR”.
Probablemente cuando lo dijimos nos encontrábamos en una situación estable y
segura y pretendíamos ser una base inmovible.
La enorme verdad es que
el tiempo pasa y con el muchas cosas que antes nos hacían estar seguros. Y por
consecuencia los humanos cambiamos. No sé si esta actitud en nosotros será una bendición
o una maldición.
Unos cambian por interés,
otros lo hacen por amor. Por amor ¿A quién? Por amor a una persona, una
familia, un grupo de amigos, una fe o Dios.
Él único que no cambia
es Dios. Si tú dices que no cambias te mientes a ti mismo. Estamos hechos de
una naturaleza que a diario cambia. Cambia el color de tu cabello, cambia el
temple de tu piel, cambian tus sentimientos y emociones, etc.
Queramos o no estamos
sujetos a los cambios. Lo importante es que aprendamos a hacer cambios que
produzcan un efecto positivo en nuestra vida y la de aquellos que nos rodean.
Cambia tu lenguaje oscuro, tus malas actitudes y tu
irresponsabilidad.
Cambia las relaciones toxicas, amigos que te inducen
a fallarle a Dios, tu familia y la sociedad.
Cambia todo aquello que provoca dolor, vergüenza y desilusión.
Y el fin del argumento es este: que tus cambios te
hagan sentir satisfecho. Que mañana al despertar te sientas orgulloso por lo
que ahora has logrado.
Vive la vida. Lucha y esfuérzate. Cambia cada día
para ser un mejor amigo, una mejor esposa, un excelente novio, un aplicado
alumno, un mejor trabajador, un buen cristiano, una mejor persona, un mejor
hijo de Dios.
Todos cambiamos… Hazlo tú para bien.
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