El Secreto de la Espera




Vivimos en un mundo que cada vez va más a prisa. El sistema de la vida nos ha ensañado que las cosas se deben de hacer para ahora. No hay oportunidad de dejar algo para después. Todo mundo te exige que las cosas se hagan en un instante.

A diario nos encontramos con esto. En las carreteras se ha vuelto tedioso tener que manejar a 70 k/h. Parece que todos los conductores se pusieron de acuerdo a ir de prisa sin importar lo que esto puede acarrear como consecuencia. Nos enfilamos en una caja del supermercado y queremos salir de esa fila en un instante. Llegamos a un banco y deseamos que todos los que están antes de nosotros desaparezcan para ser atendido en un instante. Nos topamos con un semáforo en rojo y se nos hace una eternidad tener que esperar treinta segundos hasta que la luz verde encienda. Y es ahí donde la frase “No tengo tiempo para perder” entra en acción. Tratamos de justificar nuestro disgusto de tener que esperar porque nos consideramos personas demasiadas ocupadas.

Lo peor es que el complejo de veloz en todo lo que hago se nos ha metido tanto en nuestra vida que cuando vamos a la presencia de Dios queremos que nuestras peticiones se respondan a la velocidad de la luz.
Momento mi estimado lector. Cuando tú doblas tus rodillas para hablar con Dios no llegas a una “Oficina de Quejas”; te voy ayudar a ubicarte, ese lugar se llama  el “Trono de la Gracia”. Tu petición es recibida y será contestada en el momento preciso. Quien determina la fecha de tu respuesta es a quien le has pedido.

Si vives a prisa, vivirás siempre corriendo riesgo.
Lleva a prisa tu relación de noviazgo y pronto estarás metido en inmoralidad sexual.
Lleva a prisa tu negocio y antes  de lo que te imaginas estarás metido en la quiebra.
Lleva a prisa tu familia y luego estarás lamentado tu error.

La prisa no es cosa del Siglo XXI. Desde el principio, la humanidad ha amado las cosas expresas. Y debido a la velocidad del camino de la vida nos perdemos el paisaje que nos rodea. Pero siempre en medio de un mundo que va a prisa hay personas que han desarrollado el Secreto de la Espera. La Biblia nos cuenta que Abraham espero veinticinco años desde el día que recibió la promesa que su mujer Sara pariría un hijo hasta el día que el lloro del bebe irrumpió el silencio de aquel desierto.  

Dios tiene el control de todas las cosas. ¿Te has preguntado cómo lo logra?
Su poder tiene mucho que ver, es cierto. Pero el secreto radica en la paciencia de desarrollar sus asuntos. Si crees que estoy equivocado, te invito a que eches un vistazo a la creación. Si fuera un Dios con síndrome de velocidad no hubiera necesitado seis días para llevar acabo La Creación. Con todo el Poder que Él tiene lo hubiera hecho en un momento, pero no fue así. Dios sabe que todo tiene su tiempo.  

Cuando tomamos decisiones a la ligera cometemos errores.
Por eso este día te invito a que hagas un alto y te salgas por un momento del carril veloz, reflexiona y valora lo que ya has recibido y agradece a Dios por eso. Lo que necesitas llegara en el momento preciso.

Cuando aprendemos a esperar, aprendemos a amar y valorar lo que nos rodea.

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