LA LEY DE LA SIEMBRA


En la escuela nos dieron a conocer la ley de la relatividad, la ley de la gravedad, etc. Pero quizás nunca nos hablaron de una ley que abarca a todos los seres humanos, la distinguida ley de la siembra.

Cierto día un hombre lleno su bolsón de semillas de maíz y salió al campo a sembrar. Todos los días luego de la siembra iba al campo donde había plantado sus semillas y se sentaba bajo un árbol esperando a que nacieran las matas de tomates para luego cuidarlas y en futuro cercano degustar una deliciosa salsa de tomate. Pero a medida fue pasando el tiempo, como era obvio, nacieron matas de maíz y están produjeron muchos granos de maíz.

Nos puede parecer ingenuo el personaje de la historia, pero con el respeto que usted mi estimado/a lector/a se merece déjeme decirle que a usted y a mí nos suele pasar lo mismo.

No se me altere, permítame un minuto mientras le explico.
El sembrador representa a toda la humanidad que a diario sale al campo de la vida, cargado, en muchas ocasiones de semillas negativas las cuales va sembrando por doquier, pero al final de la faena espera frutos positivos.
Si usamos la lógica nos daremos cuenta que eso no es posible. La ley de la siembra no puede ser burlada. Si usted siembra una semilla de manzanas no espere cosechar peras en el futuro.

Como el hombre de la historia solemos ir por la vida sembrando semillas de odio y luego nos sentamos a esperar una cosecha de amor.

No escribió esta historia para dañarte, sino más bien mi objetivo es ayudarlo y aconsejarlo a que mientras usted siga en este maravilloso campo de la vida procure con todas las fuerzas de su alma sembrar semillas de bien para cuando llegue el momento de cosechar no se encuentre con una sorpresa.

El resultado de la siembra depende directamente de la calidad de semillas que hemos sembrado.

Si vas a sembrar semillas de amor, paz, cariño, comprensión, misericordia, ayuda, compasión, generosidad, respeto tienes que tomar en cuenta que estas sean semillas de alta calidad, porque incluso las cosas buenas pueden ser degradadas por nuestra actitud.


No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará (Gálatas 6:7)

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