UN CAJON NOS ESPERA



Las ansias de tener poder económico, político o religioso nos pueden cegar nuestra visión sobre el valor que tienen las personas que nos rodean.


Se vuelve sencillo avergonzar a alguien que esté bajo nuestra autoridad. Los líderes cada vez se vuelven más prepotentes, tomando la mayoría de decisiones sin importar la opinión de un súbdito. Los ricos con su dinero creen que pueden comprar lo que deseen, incluso el amor y la fidelidad de las personas.

En las instituciones bancarias una persona de escasos recursos es tratado con un poco de amabilidad, el trato especial y la ventanilla express es exclusiva para los millonarios.
El sistema “tanto tienes, tanto vales” nos ha provocado perdida de la memoria. Es muy fácil olvidar el punto de origen cuando al día de hoy tu vida está resuelta. 

Pero deberíamos de hacer un alto y reflexionar que tanto ricos como pobres un día tendremos que irnos de aquí. No importa si eres el mejor en lo que haces, el día que tengas que irte, el mundo no se detendrá por ti. La vida va a continuar. Los negocios seguirán abriendo sus puertas y todo seguirá de la misma manera.

Cuando tratemos de creernos más que el resto de las personas que nos rodean, echemos una mirada al cementerio y descubriremos que personas con mayor intelecto, posesiones y riquezas que las nuestras ya se nos adelantaron y la vida siguió.

Esto es así Al final de la partida el peón y el rey terminan en el mismo cajón. De esta tierra nada nos llevaremos, pero tratemos de dejar una buena experiencia en las personas que un día se cruzaron en nuestra vida en el camino hacia el cajón.

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